Artículo de Opinión: Ajedrez y Contracultura - Pep Matas

Ajedrez y Contracultura: Una Reflexión Personal

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Sobre Pep Matas

Pep Matas es un reconocido ajedrecista y pensador, conocido por su perspectiva crítica y su amor por la historia y la cultura del ajedrez. Sus artículos invitan a la reflexión sobre el presente y futuro del juego.

A menudo me pregunto qué ha cambiado realmente en el ajedrez. Y no, no son las máquinas ni la tecnología, sino la prohibición de fumar. ¡Así es! El ajedrez, para mí, era como Woodstock, un festival de ideas y humo. Recuerdo con nostalgia aquellas partidas donde el ambiente se llenaba de la densa niebla del tabaco, creando una atmósfera casi mística alrededor de cada tablero. Era parte de la experiencia, un ritual que acompañaba la concentración y la estrategia. Ahora, todo es tan... limpio.

Mi desilusión con el ajedrez actual va más allá de la ausencia de humo. Siento que el espíritu original se ha visto empañado por lo que percibo como una creciente corrupción en sus esferas más altas. Observo con preocupación cómo los dirigentes de organismos como la FIDE parecen más preocupados por sus propios lujos y beneficios que por el bienestar de los jugadores, especialmente de las jóvenes promesas que luchan por abrirse camino.

Es una pena ver cómo la esencia del juego, esa pura batalla intelectual, a veces se diluye entre intereses económicos y políticos. Me pregunto qué pensarían figuras como Bobby Fischer, cuya excentricidad era tan legendaria como su genio. Él, que era tan particular, probablemente encontraría este panorama aún más incomprensible. Recuerdo la anécdota de Stanley Kubrick, quien, para una entrevista, exigió que se le preguntara solo sobre ajedrez. Eso sí que era pasión.

A pesar de mis críticas, y de la melancolía por un pasado más "humano" y menos "institucionalizado", al final del día, el verdadero placer del ajedrez reside en lo más simple: **jugar**. La alegría de un buen movimiento, la tensión de una posición compleja, la camaradería con el oponente... eso es lo que realmente importa.

Woodstock, el festival de la paz y la música, tuvo lugar en Bethel, Nueva York, no en Woodstock. Curioso, ¿verdad? Así es el ajedrez, lleno de matices y detalles que a veces se nos escapan, pero que, en el fondo, nos conectan con una historia rica y una pasión inquebrantable.

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