Por Jaime Simonet

En un reciente viaje a Londres tuve la oportunidad, casi por casualidad, de visitar el London Chess Festival que, como cada diciembre desde hace varios años reúne un buen número de eventos ajedrecísticos de gran nivel, que encabeza el London Chess Classic, torneo en el que participa la flor y nata del ajedrez mundial. Paralelamente a esta prueba se disputa el Cto. británico y un fuerte Open en el que participan destacados titulados internacionales.

Este Festival se celebra en el edificio de conferencias del complejo Olympia, al oeste de Londres, lugar en el que se organizan todo tipo de eventos importantes durante todo el año. Este es un centro muy moderno y bien comunicado en el que no hay ningún problema de espacio. La tercera planta de este edificio se divide en varios ambientes: un gran vestíbulo donde se reúnen muchos aficionados, el mostrador de información, tableros gigantes, pantallas de retransmisión y gran cantidad de murales y tenderetes de venta de material ajedrecístico, otra sala enorme donde se disputa el Open y el Cto. británico y otra un poco más reducida donde el GM Daniel King comenta las partidas, siempre con una gran cantidad de público y el teatro donde se disputa el evento principal del festival, el London Chess Classic, prueba que forma parte del World Chess Tour.

La ronda que fui a visitar fue la séptima y al caer en sábado me encontré una gran cantidad de personas en cada una de las salas, lo primero el Open, observando a jugadores como Sargissian, Motylev, Maze, Jones etc… seguidamente me dirigí a la sala de comentaristas donde el GM King hacía las delicias del respetable con sus siempre acertados comentarios y por último dirigirme a una de las butacas del teatro para presenciar «in situ» las partidas de Carlsen, Aronian, Anand y compañía.
Me llamó un poco la atención el cuidado extremo que tiene el árbitro principal del torneo evitando, en lo posible, la presencia de aparatos electrónicos en la sala y no dudaba un segundo si tenía que bajar del escenario para reprender a cualquier espectador que sacara un teléfono, tablet o similar -aún y así, como podéis observar, pude «robar» alguna foto mientras el «guardián» se distraía-.
En definitiva fue un evento extremadamente cuidado, muy bien organizado que cualquier aficionado debería visitar y al que no me importaría volver.